CARLOS PASCUAL - 23/08/2003
A través de su herencia religiosa, Orihuela presenta su rostro renovado. Hasta el 28 de diciembre, la muestra titulada Semblantes de la vida galvaniza a la ciudad entera. Es la tercera que organiza la Fundación La Luz de las Imágenes (antes lo hizo en las catedrales de Valencia y de Segorbe). Unos 19 millones de euros ha invertido la Generalitat Valenciana en restaurar obras de arte y edificios. Cerca de 400 piezas procedentes de un centenar de pueblos y 207 conventos o iglesias han pasado por el taller de la fundación en Bétera (Valencia) y se exponen a la mirada pública, algunas por vez primera, ya que estaban confinadas en clausuras conventuales o en colecciones privadas.
El remozamiento ha llegado también a cinco edificios emblemáticos de Orihuela, entre los cuales se reparte la exposición. Ésta sigue un orden cronológico, y se inicia en el palacio episcopal y la catedral, que están vecinos. El palacio barroco de los obispos quedó arrumbado al marchar éstos a Alicante, y sólo era usado para alojar el belén navideño. Con la restauración efectuada podrá albergar en el futuro un museo diocesano de arte sacro. En la muestra actual alberga, entre otras obras, La tentación de santo Tomás, de Velázquez, que pertenece a la catedral. También ésta ha sido limpiada e iluminada para acoger diversos retablos y la sección de Semblantes dedicada a la música.
Otra de las sedes es el Colegio de Santo Domingo, uno de los conjuntos más impresionantes del Renacimiento levantino. Fue universidad de 1610 a 1824 y, con 22 facultades, llegó a competir con la propia Salamanca. El edificio, con dos elegantes claustros, iglesia y un refectorio alicatado con preciosos azulejos del siglo XVIII, alberga actualmente un colegio diocesano y una sección de la Universidad de Alicante, unos 5.000 alumnos en total. La iglesia, rehecha tras un terremoto en 1636, estaba totalmente cubierta por pinturas, ocultas hasta ahora; los propios oriolanos pueden contemplar por vez primera el brillo de colores y oropeles de este templo forrado con lujo palaciego; sobre todo, la capilla del Rosario.
'Salzillos' y 'benlliures'
Las dos sedes restantes son las iglesias de las Santas Justa y Rufina y la de Santiago, ambas góticas. En esta última se exhibe un vídeo explicativo, en la capilla de la Comunión. En la otra se codean muchas piezas maestras: una buena colección de salzillos, varios cuadros de Vicente López, algún benlliure y una breve pero exquisita muestra del escultor levantino del XVIII José Puchol. La propia torre gótica de la iglesia y sus dos fachadas son dignas de tener en cuenta.
Calles y plazas han sido remodeladas, las fachadas se han vestido de colores florentinos, y el caudal magro del Segura ha sido objeto de coquetos ajardinamientos y pasarelas. Orihuela está sencillamente desconocida, deslumbrante.El afán de pulcritud ha envuelto también a la casa de Miguel Hernández, colindante con la sede de Santo Domingo. La casa fue adquirida y restaurada hace unos veinte años; el año pasado se inauguró el flamante Centro de Estudios Hernandianos, que la flanquea por un costado, y en cuestión de semanas estará listo otro centro de exposiciones en el lado opuesto. Pero la casa en sí se conserva tal cual la viera el "poeta en espardeñas", que vivió aquí hasta los 21 años; en el corral sigue el cobertizo de las cabras que Miguel pastoreaba, y la higuera añosa bajo la cual escribía.
Orihuela tiene mucho que ofrecer, además de esta exposición; no en vano es la ciudad más monumental de la provincia. Uno de los museos que asombran es el de la Muralla; al cimentar un edificio nuevo aparecieron viviendas adosadas a la antigua muralla, incluso unos baños árabes. Hay más museos (Arqueológico, de la Reconquista, de la Semana Santa) y palacios, y, por supuesto, iglesias, conventos, y hasta un seminario de fauces barrocas. Pero la densidad clerical está sutilmente desgrasada por vetas de laicismo y mundanidad, bien representadas por el Casino, de retranca liberal, o la joyita del Teatro-Circo, un armazón estrenado en Alicante en 1892 y traído a Orihuela quince años más tarde. No hay que olvidar que el propio Miguel Hernández encarnó bien esa dualidad consustancial: empezó escribiendo autos sacramentales y odas al Santísimo, y acabó concitando, como un huracán, los vientos del pueblo.
http://elviajero.elpais.com/articulo/viajes/renovado/perfil/Orihuela/elpviavia/20030823elpviavje_4/Tes
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