jueves, 3 de noviembre de 2011

domingo, 22 de mayo de 2011

sábado, 12 de marzo de 2011

EN EL CERVANTES


Miguel Hernández. La sombra vencida
http://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/m_hernandez/ibanez.htm
Por Andrés Ibáñez

Se dice (no sé si es una leyenda) que cuando murió Miguel Hernández, resultaba imposible cerrarle los ojos. Son esos mismos ojos grandes, brillantes como esferas de vidrio, que hemos visto representados en tantos retratos. En uno de sus últimos poemas, escrito en la cárcel y no recogido en ningún libro, escribe: «Yo que creí que la luz era mía / precipitado en la sombra me veo». Pero el poema (y con él, la Obra poética completa del poeta) termina con estos versos: «Pero hay un rayo de sol en la lucha / que siempre deja la sombra vencida».
Foto de color sepia de un pueblecito a orillas de un ríoDos niños con pértigas sobre una balsa, en un caserío anegadoFoto en blanco y negro de una calle solitaria en un pueblecito levantino.

Orihuela

El propio Miguel Hernández se describió a sí mismo a menudo como «cabrero poeta» (en un artículo publicado en la revista Destellos, editada por el gran amigo Ramón Sijé) o bien como «poeta pastor» o incluso «pastor poeta» («este pastor un poquito poeta», le escribe en una carta a Juan Ramón Jiménez). El padre de Miguel era cabrero, y el propio poeta fue iniciado en el oficio de pastor por su hermano Vicente cuando era un niño. Las montañas comenzaban justo detrás de la casita en la que nació Miguel en Orihuela, secas y desabridas laderas de ese paisaje levantino que tanto se parece al de Tierra Santa. Más tarde, la familia se traslada a otra casa en la Calle de Arriba, una vivienda amplia y cómoda con un jardín trasero en la que había un corral y algunos frutales.

Miguel Hernández estudió durante bastante más tiempo del que sería esperable en un muchacho tan modesto. En el colegio de jesuitas de Santo Domingo llegó a alcanzar los grados de «príncipe», «edil» y «emperador», títulos con los que los jesuitas distinguen a los buenos alumnos. Y enseguida comenzó a leer, primero en la biblioteca del canónigo Almarcha, que le introduce en los clásicos españoles y los grecolatinos traducidos, y luego bajo el influjo de Ramón Sijé, su gran amigo, un estudiante de derecho de orientación conservadora y católica que tenía grandes inquietudes literarias. Sus sucesivos viajes a Madrid, hasta el tercero, que es el definitivo, suponen un gran salto hacia adelante y una ruptura con el mundo provinciano y limitado de Orihuela. Sobre todo por influencia de Pablo Neruda, las ideas religiosas y políticas de Miguel Hernández comienzan a cambiar. El poema «Sonreídme», escrito en el período que va entre El rayo que no cesa y Viento del pueblo, uno de los pocos que escribiera sin rima, y que por esa razón tiene un tono más libre y moderno del que solemos asociar con su arte, es un buen indicador de esta crisis: «Vengo muy satisfecho de librarme / de la serpiente de las múltiples cúpulas / la serpiente escamada de casullas y cálices». Ramón Sijé le visita en Madrid y ambos amigos discuten de política, de poesía, de religión. Se sienten un poco distanciados, pero a los pocos meses el amigo muere, y Miguel se siente devastado. Escribe entonces la «Elegía a Ramón Sijé» que se ha hecho tan famosa y que entusiasmó al propio Juan Ramón Jiménez. El poema, hermoso y algo superficial, contiene un pequeño misterio: porque la elegía por la muerte del amigo parece, en realidad, una declaración de amor de encendida sensualidad.
Manuscrito de la «Elegía a Ramón Sijé».


Hay siempre algo seráfico alrededor de Miguel Hernández. Tenía un rostro de niño ingenuo, marcado de cicatrices por una explosión de carburo que sufrió en la infancia. En seguida se hizo amigo de los poetas de la generación del 27, pero en Madrid no todo fueron aladas almas de rosas de almendro. García Lorca no sentía simpatía por él e intentaba evitarle, y es conocida la anécdota de Miguel llamándole «hijo de puta» a Alberti y recibiendo un bofetón de María Teresa León.

Fascina lo rápido que suceden las cosas en la vida literaria de Miguel Hernández. Perito en lunas, un experimento en octavas gongorinas, es de 1933. Su obra mayor, El rayo que no cesa, poemario de amor y de angustia, del 36. Ese mismo año comienza la guerra, y Miguel salta a una poesía de tipo social y político. Viento del pueblo (1937) es el libro optimista de la guerra, y del viaje a la Unión Soviética. El hombre acecha (1937-39) es el libro pesimista de la guerra. Los dos libros son desiguales, aunque contienen poemas de agonizante intensidad. Viento del pueblo se convertiría en el modelo de la poesía social de la posguerra, y se abre con unos versos célebres donde cada palabra vibra como un terremoto y trae una imagen inolvidable: «Atraviesa la muerte con herrumbrosas lanzas / y en traje de cañón, las parameras / donde cultiva el hombre raíces y esperanzas, / y llueve sal y esparce calaveras». Todo Miguel Hernández está aquí: la maravillosa perfección formal, el uso implacable del ritmo y de la rima, la asombrosa imaginación verbal, el tono a un tiempo moderno, casi surrealista, pero con una resonancia clásica, la lentitud poderosa en que la lengua se demora, como embrujada, para decir una por una la sucesión de palabras que son todas esenciales.

jueves, 27 de enero de 2011

27/01/2011 | GRAN EXPOSICIÓN EN EL PARANINFO HASTA EL 6 DE MARZO.
Palabras, música e imágenes en el universo de Miguel Hernández
´Hijo de la luz y de la sombra´ es el "colofón" al homenaje iniciado por Serrat al cantar los versos del poeta.
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=642468
27/01/2011 EVA GARCÍA

Los visitantes observan material fílmico de la época.
FOTO: EDU NAVARRO

Miguel Hernández puso la palabra; Joan Manuel Serrat se encargó de la música; y veinte cineastas firman las imágenes. Fruto de esta combinación surge la exposición Hijo de la luz y de la sombra. Imágenes para un poeta, que permite entrar en el universo poético y vital del poeta de Orihuela, desde su infancia hasta sus vivencias en el Madrid de Guerra Civil o su sueños poéticos en la cárcel de Alicante.

Organizada por el Ayuntamiento de Zaragoza y la Diputación Provincial, Hijo de la luz y de la sombra está comisariada por la directora del Archivo de la Filmoteca de Zaragoza, Ana Marquesán; y cuenta con Paco Simón como director artístico, Joan Manuel Serrat en la dirección musical, Agustín Sánchez Vidal en la dirección textual y José Luis García Sánchez en la dirección audiovisual. A la inauguración asistió también el rector de la Universidad, Manuel López, y varios de los cineastas participantes en la muestra.

Hijo de la luz y de la sombra es el "colofón de un proceso que se inició cuando pongo música a los poemas de Miguel", explicó Serrat. Una vez visto que esto funcionaba "hice una oferta a la gente del cine" para formar parte de una proyección de para conciertos de la gira del año pasado, pero las imágenes demostraron "tener vida propia", así que Ana Marquesán tuvo la idea de prolongarla para una exposición.

"ROTUNDA Y SENCILLA El alma mater de la muestra define este recorrido como "rotundo y al mismo tiempo sencillo" puesto que "con toda discreción hace caminar al espectador por este universo de Miguel Hernández y lo hace sin otro objetivo que el de llevar de la mano a la gente por este delicioso mundo de palabras, músicas e imágenes", reconoció Joan Manuel Serrat. Además, aseguró que es esta sencillez "la que provoca rotundidad" en la que el espectador atraviesa por la vida de Hernández, "su contexto político y cultural y lo hace situarlo en el tiempo".

Esta exposición, como todo lo que hace, se debe a "razones personales" porque "siempre trato de hacer canciones buenas y Miguel Hernández es un gran letrista. Es un poeta de cabecera que releo y es en esa relectura y en esos buceos profundos donde descubro cosas nuevas".

El recorrido por la trayectoria del poeta se divide en 12 salas y comienza con una gran y colorista palmera y un cortometraje de Javier Mariscal, en referencia a su juventud. Esta época, así como su educación está representada por una instalación de limones en el techo y material que precede al cinematográfico. En el tercer cubículo aparece ya la tragedia, con la muerte de su amigo Ramón Sijé. Elegía, de Pedro Olea, representa ese dolor, a través de una calavera que con la voz de Serrat se va transformando en Miguel Hernández.

El viaje continúa hacia la guerra con los trabajos de Pere Portabella (Uno de aquellos), Sergio Cabrera que en Si me matan bueno recuerda la lucha contra el franquismo mezclada con imágenes de un inmigrante que logró su sueño de llegar a España o Manuel Huerga (El hambre). Junto a ellos, Llegó con tres heridas, que recuerda el concierto de Serrat en Zaragoza en octubre del 2010 y portadas de revistas cinematográficas de mediados de los años 30; y una inquietante obra de Paco Simón, donde una columna vertebral aparece llena de fuego, con la que busca "reivindicar esa pasión por la vida y el ser humano que Hernández imprimió en sus versos".

La cárcel está representada por los cortos de Jaime Chavarri (Nanas de la cebolla), José Luis Cuerda (El mundo de los demás) o un impresionante vídeo de Rogelio Caballero (Hijo de la luz y de la sombra); para acabar con un retrato de Miguel Hernández y frente a él, Cerca del agua, de Garci, que recrea un lugar en el que los pájaros vuelan hacia la libertad.

Este es el recorrido natural de esta "invitación a la vida", aunque José Luis García Sánchez apuesta por "comenzar por la cárcel y ver las causas que le llevan a esto". Para el cineasta, Miguel Hernández es el "prototipo de víctima de la guerra pero también de la cultura porque ha estado sumido en el olvido".

viernes, 21 de enero de 2011


POESÍA | Encontrados en el Archivo Histórico de Elche Los versos sueltos de Miguel Hernández



Retrato de Miguel Hernández, realizado por Benjamín Palencia hacia 1935


Un total de 170 apuntes o bosquejos del trabajo poético de Miguel Hernández, entre ellos octavas inacabadas o tachadas y metáforas y versos sueltos, han sido hallados en el Archivo Histórico de Elche por la profesora titular de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Alicante, Carmen Alemany.

El material encontrado está relacionado con distintas etapas de la vida de Miguel Hernández, mayoritariamente con su juventud, cuando publicó 'Perito en lunas', y con el período de la guerra civil, según han informado este viernes fuentes académicas.

Una de las principales novedades del hallazgo, cuyo contenido ya fue adelantado durante un reciente congreso hernandiano, es, según la profesora, "el insistente y voluntarioso trabajo de creación" de Miguel Hernández, con "páginas y páginas en las que traza imágenes y escribe metáforas y versos sueltos".

En definitiva, se trata de "ejercicios literarios que le servían de aprendizaje poético y de referente para componer sus poemas", ha explicado Alemany, directora del Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti de la Universidad de Alicante y autora de varias ediciones sobre la obra de Hernández.

Los textos, que se hallaban en el Archivo Histórico de Elche, desvelan, a juicio de Alemany, "la riqueza del proceso creativo del poeta", cuya obra, "al contrario de lo que sostenían los investigadores, es fruto de una profunda meditación y de un trabajo exhaustivo hasta llegar a la versión definitiva del poema".

Aunque lo ahora descubierto no son textos esenciales de Miguel Hernández, "sí son fundamentales para el estudio de su obra, porque complementan lo que ya sabemos del autor y de su forma de hacer poesía", ha manifestado la profesora alicantina.

Entre los textos hallados, también destaca "una sucesión de ideas e imágenes separadas por guiones que permiten hacerse una idea de la temática y el enfoque del poema, así como textos casi acabados o terminados, como algunas octavas que el autor tachó completamente".

Como ejemplo de los primeros, Alemany ha destacado una reflexión que el poeta oriolano escribe sobre el valor de la imagen en la poesía: "No me deja estar la imagen hasta que no la escribo".

Su parecido con Lorca y Neruda, a uno físicamente y al otro como voz poética, es otro de los temas que aparecen en el material rescatado por Alemany, donde Hernández reivindica su "derecho a merecer".

"Es posible -escribe el poeta- que esta voz se parezca a otra cualquiera, presumo yo que sí, pero qué culpa tengo de que mi rostro sea como el de Federico, de que mi paso tenga que ver con el de Pablo. Aún estoy mas me merezco, mas me merezco más y más te pido, me merezco a la esponja, me merezco a la arena...".


http://www.elmundo.es/elmundo/2011/01/21/cultura/1295634831.html

domingo, 9 de enero de 2011